Hace escasas horas se ha dado a conocer la nueva Estrategia de Cuidados de Andalucía: ‘PiCuida’. Leído así, sin más, parece poca cosa. Parece un programa más de las decenas de programas que cada Consejería o cada Ministerio lleva cabo a lo largo del año en Andalucía o en el territorio nacional. Su importancia, empero, es total, aunque no abrirá ninguna portada de periódicos.
Verán, hace ya algunos años, el divulgador científico más conocido de nuestro país, Eduardo Punset, advertía en su magnífico ensayo ‘Excusas para no pensar’ lo siguiente: “(…) el colapso de las prestaciones sanitarias, educativas y de seguridad ciudadana, a raíz de la necesaria universalización de dichas prestaciones, en un mundo cada vez más globalizado, sólo podrá abordarse con éxito desde supuestos radicalmente nuevos de las políticas de prevención”. Decía Punset, con su aplastante lucidez y sensatez que “en lugar de aportar más recursos para hacer frente a las crecientes demandas de prestaciones, la solución pasa por la puesta en pie de políticas preventivas que mermen las demandas ulteriores”.
Eso lo decía Punset, por escrito, en 2011.
Estamos en marzo de 2016 y hoy hemos conocido que el Hospital Torrecárdenas acoge la nueva Estrategia de Cuidados de Andalucía, ‘PiCuida’. La información remitida por la Junta de Andalucía explica que esta nueva línea de trabajo es una iniciativa para mejorar los resultados en salud de la ciudadanía a través del cuidado excelente que ofrecen los profesionales de enfermería, así como dar respuesta a las nuevas necesidades de cuidados, entre las que se encuentra la cronicidad.
El Complejo Hospitalario Torrecárdenas ha celebrado hoy la primera de las tres jornadas con las que va a darse a conocer en la provincia la nueva Estrategia. El delegado territorial de Igualdad, Salud y Políticas Sociales, José María Martín, ha inaugurado el encuentro, junto a la directora de la estrategia, Nieves Lafuente, en compañía de las gerentes del Complejo Hospitalario Torrecárdenas, Francisca Antón y del Distrito Sanitario Almería, Margarita Acosta.
La estrategia “propone un nuevo modelo de cuidados que potencie la promoción de la salud y la prevención, el abordaje integral de la cronicidad, el autocuidado, la atención a personas con alta complejidad en domicilio y la participación de la comunidad, así como el uso de las nuevas tecnologías como medio de comunicación entre profesionales y ciudadanía y para la gestión del conocimiento”. Aleluya.
La carga de las mujeres
Entre los datos facilitados por la Junta hay algunos que, no por consabidos y archiconocidos, dejan de ser espeluznantes. La aplicación de la estrategia, desgranan, “trata de dar respuesta a las necesidades de cuidados derivadas del avance en la cronicidad”. En Andalucía, una de cada dos personas adultas tiene enfermedad crónica (nueve de cada diez cuando se trata de personas mayores de 75 años); más de 100.000 personas presentan pluripatología, y el 88% de los cuidados se produce en el entorno familiar, a cargo de las mujeres de la familia, mucho más en entornos rurales alejados. Por ello, “se hace imprescindible el trabajo colaborativo entre la estrategia y el plan de atención a las personas con enfermedades crónicas”, señala la directora de la estrategia, Nieves Lafuente.
Es perfectamente conocido que los determinantes sociales y las condiciones de vida están en la base de la mayoría de los problemas crónicos de salud. Lo verdaderamente nuevo e importante, desde mi punto de vista, es que la administración lo reconozca y ejecute, con recursos, un plan basado en el trabajo compartido entre atención primaria y hospitalaria. La beneficiaria indirecta, aunque la noticia no lo diga, será esa mujer anónima que trabaja calladamente en su casa atendiendo esa carga del familiar enfermo.
La Estrategia de Cuidados de Andalucía, dice la información remitida por la Junta, pretende ayudar a la ciudadanía andaluza a prevenir o retrasar en la medida de lo posible la cronicidad, la fragilidad y, por lo tanto, la dependencia, aportándoles el conocimiento necesario para que tomen sus propias decisiones en la gestión de su salud. Prestar unos cuidados accesibles, personalizados, continuados, seguros y humanizados a las personas cuando enferman y a sus familiares desde el diagnóstico hasta el desarrollo de un plan de rehabilitación y recuperación, integrando los aspectos emocionales y relacionales, buscando siempre la continuidad de sus propios proyectos de vida.
Parece un buen plan. Ha requerido, al menos, el trabajo de los ciudadanos y profesionales que han participado en la elaboración de esta estrategia, así como a los profesionales de la Consejería de Salud y el SAS, directores de planes y planes integrales, cargos directivos, cargos intermedios, líderes informales, enfermeros asistenciales y otros profesionales de la sanidad pública que participan del cuidado (matronas, médicos, fisioterapeutas, terapeutas ocupacionales, psicólogos y trabajadores sociales), además de representantes de universidades, asociaciones científicas, asociaciones de consumidores y pacientes.
Bienvenida sea esta estrategia, pues. Bienvenido sea el retraso a toda ligadura o atadura de un ser humano a otro. De dinero hablamos otro día.